Porque no están y no estamos solos, porque la tierra es hogar, espacio de miles de millones de seres humanos, casa que sufre y nos sufre, que habitamos y nos habita, que nos respira en lo más luminoso y en todas las sombras que somos. “Somos granos de maíz / de una misma mazorca / Somos una sola raíz / de un mismo camino”, cantan los versos del poema “No están solos,” de Thaayrohyadi, escritor y poeta de la Nación Otomí (México).
Para que la Madre Tierra / no muera / volvamos a danzar / alrededor del Sol / y de la Luna / la danza del cóndor / la serpiente / el venado / dejemos que nuestros corazones / se desborden en cataclismos / y engendremos el vacío / con nuestras palabras / dialoguemos en círculo, en el día / y en media luna, en la noche”, implora el poeta Ariruma Kowii de la Nación Quechua (Ecuador).
Cuando vengas a nuestra tierra, descansarás bajo la sombra de nuestro respeto. Cuando vengas a nuestra tierra, escucharás nuestra voz, también, en los sonidos del anciano monte. Si llegas a nuestra tierra con tu vida desnuda seremos un poco más felices... y buscaremos agua para esta sed de vida, interminable”. Vitorio Apushana (Wayú – Colombia).
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